miércoles, 24 de febrero de 2010

10 de diciembre de 2007

Asunción
10 de diciembre
Esperanza o desilusión

El primer recuerdo que tengo de un 10 de diciembre es el del año 1989, que en rigor de verdad no fue 10 de diciembre sino 9 de julio. Recordemos que por aquel entonces, y dado el convulsionado ambiente que se vivía, la entrega del mando presidencial de Alfonsin a M….. adelantó 6 meses y un día. En aquel 9 de julio, que hizo las veces de 10 de diciembre, comenzaron los diez ¿peores? años de la vida argentina. El segundo recuerdo, no resulta mas grato, y por el contrario sí culposo. En este caso si se dio el traspaso en un 10 de diciembre de 1999. Ese día sentado en la Plaza de Mayo y con la vista en Casa Rosada, me mocioné hasta las lágrimas, emocionado por el fin del menemato y con la ilusión (tonta pero ilusión al fin) de que se vendrían tiempos de cambio. Justamente el tiempo (cacerolazo por medio), fue el que me acercó al escepticismo de estos días.
Hoy es 10 de diciembre de 2007, y el ya ex-presidente Nestor Kirchner, entregó el bastón de mando a su señora esposa, Cristina Fernandez.
Por esas cosas de la rutina diaria, y por tratar de evitar el tumultuoso tránsito de la ciudad de Buenos Aires, me encontré cerca de las 16:30, en las inmediaciones del Congreso.
Al ver la multitud de gente amontonada supuse que la presidenta aún (en contra de lo que creía) no había hecho el trayecto entre la casa de los representantes del pueblo, (normalmente vallada, mucho más un día como hoy) y su próximo lugar de trabajo, la casa de gobierno (también habitualmente vallada, al igual que supo estarlo el otro recinto democrático por excelencia, el palacio de justicia).
Y así era nomás. Justo en el momento en que caminaba por una de las veredas de la calle Rivadavia, en dirección a la Avenida Callao, un auto alemán oscuro, en sentido inverso al transito común, trasladaba a la familia presidencial. Ella, en el asiento trasero izquierdo y con la ventanilla baja, regalaba sonrisas y saludos a las personas que contra las vallas (si, más vallas) la saludaban y le gritaban halagos y buenos presagios.
Al ver el rostro de la presidenta, a no más de 4 metros de distancia, tuve una sensación contraria a la anteriores vividas en los 10 de diciembre. Esta vez, sentí más fuertemente, que la mujer con la cara maquillada con productos de belleza importados, en nada representaba, a los que detrás de las vallas se sentían representados por ella.
Más tarde, al escuchar por televisión algunos de los fragmentos de su discurso de asunción, me detuve en una frase “Estoy ilusionada…..” comenzó diciendo, para continuar con su verborragia
Ilusión, es justamente lo que no me genera. No puedo ilusionarme con alguien que ni durante toda la campaña electoral, ni en su discurso luego de haber ganado la elección, ni aún al asumir el mando nada dijo de la distribución de las riquezas. No puedo ilusionarme con alguien que mantiene a los ministros mas cuestionados de su marido. No puedo ilusionarme con dirigentes que siguen creyendo que los militares necesitan más del doble de presupuesto, que la salud de este país y más que la acción social, (presupuestos Defensa: 8.224.876.573, Salud: 3.538.973.887, Acción Social: 7.510.322.002).
Casi desapercibido pasó la asunción del 5to gobernador peronista consecutivo en 20 años de mandatos. Con estos números, uno supondría que la provincia es un paraíso. Lo cierto es que no y que cada peronista que se presenta para gobernar la provincia mas grande, lo hace cuasi como oposición. Es que es imposible postular lo mismo que se viene haciendo, aunque después se siga haciendo lo mismo.
Así llegamos a Bragado. Imagino, sin tener noticias ciertas, que también se produjo un cambio de autoridades. Pero qué se puede esperar. Si la presidenta, y referente política del actual intendente nada ha dicho acerca de una distribución equitativa de las riquezas, que puede hacer el representante de 40.000 habitantes. O acaso alguien imagina que el gobierno local puede poner un impuesto a las cerealeras, para distribuir lo recaudado entre los pequeños productores o para retribuir un poco mejor a quien se pasa horas arriba de la cosechadora. Siempre fui un convencido que, un gran porcentaje del nivel de vida de un bragadence se decide más en una reunión de un Ministro de economía con los acreedores del Club de Paris, que lo que puede decidirse en el despacho de Alsina.
En parte por todo esto y por mi corta experiencia, permítanme seguir siendo escéptico, ojalá dentro de cuatro años los hecho me demuestren lo contrario y los chicos que piden a la salida del supermercado ya tenga como alimentarse, que las precarias casas que rodean el terraplen sean hogares dignos y que los que más ganan, ganen menos (no que dejen de ganar) en favor de los que nada han ganado hasta ahora.

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